Hay acuerdo. El mercado automotor argentino atraviesa un proceso de reconfiguración.
Tras el freno preelectoral de 2023 y el posterior repunte en 2024, el negocio volvió a acelerarse, pero con un nuevo equilibrio de fuerzas: las terminales locales venden cada vez más autos importados, la electrificación empieza a ganar terreno y la industria nacional busca su lugar en un tablero que cambia al ritmo de la apertura comercial y la innovación tecnológica.
Históricamente termómetro del consumo y la inversión en el país, el sector enfrenta hoy el desafío de adaptarse a nuevos hábitos de compra y a un escenario de creciente competencia extranjera. La combinación entre precios competitivos, incentivos fiscales y una oferta cada vez más diversificada redefinió ciertamente la dinámica.
“Veníamos de un período de muchas restricciones y hoy el mercado empieza a reacomodarse con más jugadores, nuevas marcas y una competencia distinta”, resumió Dante Sica, economista y exministro de Producción en diálogo con Punto biz.
Para el también director de la consultora Abeceb, el proceso de “normalización” está avanzando tanto por el lado de la demanda como por el de la oferta. La recuperación del crédito y una economía en crecimiento podrían llevar el nivel de ventas a unas 700.000 unidades en 2026, mientras que las terminales locales consolidan su perfil exportador con las pick ups como producto insignia y Brasil como principal destino.
Ese vínculo, clave para el equilibrio productivo del bloque, podría redefinirse para 2029 cuando finalice el acuerdo vigente entre países y se abra paso a un régimen de libre comercio. Tal escenario obligará a las automotrices a revisar estrategias, inversiones y niveles de integración regional.
La era eléctrica avanza
(y los importados también)
El año pasado se patentaron 14.175 vehículos electrificados, un 48% más que en 2023, según datos de la Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina (Acara) y el Sistema de Información Online del Mercado Automotor de Argentina (Siomaa). La mayoría correspondió a híbridos convencionales –con Toyota al frente– y apenas un 4% a eléctricos puros. En tres años el mercado duplicó sus ventas y el Gobierno habilitó para 2026 un cupo de 50.000 unidades sin aranceles de importación.
En paralelo, nuevas marcas chinas y europeas comenzaron a ofrecer modelos 100% eléctricos con precios similares a los de autos medianos tradicionales. BYD, Chery, Geely, MG y Haval –por citar algunas– ya cuentan con presencia consolidada, y hay rumores de que Tesla podría desembarcar oficialmente el año próximo (sus autos llegan hoy a través de importadores).
Por el lado de las terminales, Martín Galdeano, presidente de Ford Sudamérica, sostuvo: “Participamos en el cupo de autos electrificados. Todas estas son señales positivas porque permiten trabajar con mejores condiciones. Eso se va a reflejar en una mayor oferta y más competencia”.
En línea con esa estrategia, Ford anunció que la Ranger híbrida enchufable será la primera camioneta de su tipo en fabricarse en el país, con producción prevista para 2027. El proyecto –que contempla una inversión de u$s170 M– posicionará a la planta de Pacheco como un hub global para este modelo. La compañía también evalúa ampliar la fabricación local a otras camionetas híbridas.
La apuesta de Ford se inscribe en una tendencia más amplia e impulsa a las automotrices locales a mirar más allá del corto plazo. De hecho, el reclamo por incentivos a la producción nacional de baterías de litio ya forma parte de la agenda del sector.
Sin embargo, la transición hacia la nueva movilidad convive con un reacomodamiento inmediato del mercado. Algunas firmas ya comercializan más autos importados que los que fabrican. Volkswagen, por ejemplo, pasó de tener un 23% de su oferta importada en 2021 a un 54% en el primer semestre de 2025. El fenómeno se repite en otras marcas, empujado por la falta de inversión en nuevas plataformas locales, la demanda de SUV y la llegada masiva de oferta china con precios más competitivos.
Nuevos consumidores,
nuevas reglas
El perfil del comprador también cambió. Los consumidores buscan autos más tecnológicos, con conectividad avanzada, asistencia a la conducción y menor consumo. Los modelos SUV compactos, los híbridos y los eléctricos livianos son los segmentos que más crecen.
“El nuevo consumidor busca tecnología y conectividad. El 50% de los nuevos compradores son sub-40 y priorizan innovación y eficiencia”, argumentó Sica. Aunque remarcó: “Lo que limita hoy al eléctrico puro es la falta de infraestructura. Fuera de Capital Federal, la carga sigue siendo escasa y lenta. Por eso el híbrido no enchufable será la opción de transición en los próximos años”.
Para Andrés Carfagna, director comercial de General Motors para Argentina, Uruguay y Paraguay, la competencia se amplió pero el liderazgo local se mantiene firme: “Hay marcas nuevas trayendo más modelos. Sin embargo, de enero a mayo seguimos liderando con más de 17% de participación”.
Según Sica, el crecimiento de estos segmentos dependerá de la expansión de la red de carga y de políticas que acompañen la transición energética: “La demanda va en esa dirección y veremos cómo los supermercados, estaciones de servicio y concesionarios comienzan a incorporar cargadores. Pero Argentina viene de quince años sin inversión en infraestructura y será un proceso gradual”.
Qué lugar le queda
a la industria nacional
La producción local enfrenta un doble desafío: sostener el nivel de actividad y adaptarse al cambio tecnológico. Con altos costos internos y todavía dependencia de autopartes importadas, las terminales concentran su foco en pocos modelos de exportación –como la Toyota Hilux, la Chevrolet Tracker o el Fiat Cronos–, mientras la oferta doméstica se diversifica con autos traídos del exterior.
“Argentina se consolida como un hub de producción de pick ups a nivel regional. Las terminales apuntan a exportar más y a depender menos del mercado local”, trazó Sica.
Martín Zuppi, presidente de Stellantis Argentina y de la Asociación de Fábricas de Automotores (Adefa), había marcado el rumbo del sector: “La industria automotriz está cambiando y Argentina no puede quedarse atrás. Nuestro objetivo es dar continuidad al trabajo para promover producción, exportación, inversión y empleo, reforzando la competitividad frente a un contexto muy desafiante”.
Como muestra de ese rumbo, Stellantis Argentina empezó a producir los nuevos Peugeot 208 y 2008 Bio-Híbridos que se exportarán al mercado brasileño.
Sica anticipó, además, una reconfiguración profunda del sector en los próximos años: “Algunas marcas podrían retirarse, otras llegarán. Y con la eventual liberalización del acuerdo con Brasil hacia 2029, veremos decisiones de relocalización y nuevas alianzas productivas”.
La transición hacia la movilidad eléctrica y la digitalización del parque automotor abren una ventana de oportunidad para la industria nacional, pero también exigen políticas activas y una hoja de ruta clara. Los fabricantes locales podrían ganar terreno si logran integrarse en la cadena de valor regional del vehículo eléctrico, especialmente en torno a la producción de baterías, software y componentes electrónicos. Sin embargo, sin incentivos y una infraestructura energética adecuada, ese salto podría quedar limitado a proyectos piloto o de baja escala.
El futuro del empleo industrial también está en juego. La automatización de procesos y la transformación tecnológica del sector demandarán perfiles más calificados y formación continua, tanto en las plantas como en los proveedores. “El desafío es pasar de una industria ensambladora a una más integrada y competitiva capaz de sostener exportaciones y generar valor agregado”, destacó Sica.
Mirando al 2026
El consenso entre analistas y empresarios es que la competitividad dependerá de la capacidad de innovar y de integrarse a la cadena de valor regional. La producción local deberá sumar tecnología, capacitación y escala para no perder terreno frente a la importación. En ese sentido, la industria enfrenta el reto de equilibrar apertura y protección, y de encontrar un modelo que combine eficiencia con desarrollo nacional.
Si las condiciones macroeconómicas acompañan, el sector podría cerrar 2026 con ventas cercanas a las 700.000 unidades y un nuevo mapa productivo donde convivan vehículos eléctricos, híbridos y de combustión, pero con una mayor presencia de marcas globales y proveedores locales especializados.
Entre el avance de eléctricos e importados, un consumidor más exigente y el desafío de mantener la competitividad.
NOTA DE TAPA. CAMBIO DE MARCHA
Por MARCIA CARRARA
Sica: “El desafío es pasar a una industria más integrada que pueda exportar
Carfagna (GM): “La competencia se amplió pero el liderazgo local se mantiene firme”
Galdeano (Ford): “Las señales son positivas. Vamos a trabajar con más oferta”.
El perfil del comprador cambió. Ahora busca autos más tecnológicos, con conectividad avanzada, asistencia a la conducción y menor consumo.
General Motors tiene previsto fabricar la Nueva Tracker en su planta de Rosario.